He roto
mil y una veces los cristales que no quiero
Y he
sacado de las sombras bultos de luz
Que
encendieron noches sin luna,
Noches
negras de petróleo y sal.
Vendí
por cien la nada del poema frío
En un
cálido amanecer de agosto
Y supe
esperar como el que anda sin destino,
El
tiempo cruel y tormenta.
Pero
hoy, esta noche, armado por la ira
De un
mundo que no es mundo.
Me
vuelvo y escupo sobre las pegatinas
Que un
día nos plasmaron en la frente.
Y con
las armas preparadas al vuelo,
Me
dirijo a la batalla, solitario
En el
corcel sin montadura como
Don
Quijote embistiendo contra el molino.
Llevo
ya diez tardes caído en el inframundo, y hoy,
Hoy
espero el amanecer, el canto del gallo al despuntar el alba
Porque
sé que no esperaré solo,
Que
alguien verá, que también es su batalla.